‘Alas de metal’ es el largamente esperado disco debut de Anier que, tras unos años calentando la escena con un puñado de singles que la han catapultado como la promesa más sólida del hip-hop femenino estatal, viene a corroborar lo que era un secreto a voces: que es un talento en crecimiento constante con una insólita y personalísima habilidad para construir canciones desde el corazón cuando este se rompe y se recompone, un ave fénix que le descerraja a las penas puñalás con rimas aceradas, aceleradas y afiladas.
Es el de Anier un verbo echado al monte, que ni pide perdón ni lo concede, que aprende a lamerse las heridas sin manuales de autoayuda, palabras como mordiscos de urbanidad noctámbula con un pie en el abismo y otro en la nubes. Su rapeo establece una condición paradójica: puede naufragar, pero no se ahoga; puede herrar, pero resulta infalible en su brutal honestidad; puede desnudar incertidumbres, pero pisa firme y fluye en su agresividad de superviviente.
Alas de metal apabulla con la rica variedad de texturas que ofrecen las bases rítmicas, músicas sobre las que Anier pilota haciendo espinosa gala de rabia desbocada y sin bozal, de la que muere matando: en “Keep playing”,”Vicio tóxico” y “777” se muestra como jefa absoluta de la palabra empoderada, desafiante, vital e impía, canciones en las que se merienda a cualquiera que se atreva a echarle un par de cojones para encararla… y a ella todavía le sobra un ovario; saca a la diabla interna en “Otra ronda”, con la jaleosa y bronca colaboración de Dirty Porko; ajusta cuentas con el peaje de una popularidad que ofrece mucho pero roba otro tanto, sea en «Espejismos» o en esa delicada maravilla de lluvia sobre el cristal que firma en “Deudas y cadenas”, con el melancólico contrapunto que ofrece el featuring de Ly Raine; se sobrepone a los vaivenes de un mundo en escombros en “Lluvia de encierro”, “Poder volar” o “Volver a empezar”, que cuenta con la envolvente participación de Shaolin Monkey (que ya colaboró anteriormente con ella en el single “Aftershow”); vuela en acelerado pulso existencial en la irrebatible declaración de principios que es «Más X Menos», en el vencimiento del amor sobre el dolor que se sobrepone a las heridas del tiempo de “Dime qué es la vida”, en el cuchillo afilado con reflexivos versos de “Ojalá”, contrapesado con la colaboración de Miranda.
La mayor parte de la docena de temas que componen este disco a bocajarro -sin intros, outros o interludios- se grabó, mezcló y masterizó en La Séptima, en Barcelona, bajo la supervisión de Nudo. La producción de los temas viene firmada por cuatro diferentes talentos: Dualy, Xinkoa, Oskarklap y WtfDiddy. El arte del disco, tanto la portada como la maquetación interior, fue trabajado por la propia Anier mano a mano con el diseñador Adolfo Guerrero.
En su debut Anier se abre el pecho y registra: y si de algo se arrepiente lo confiesa, y en cada confesión trae un indulto, y cuando se indulta se respeta, y por saber respetarse no se calla: ni la rabia, ni la pena, ni la queja, en un rapeo incandescente que con alas de metal vuela.