En muchas ocasiones escuchamos el adjetivo urbano. Lo solemos escuchar, además, asociado a la música o a la cultura. Pero por un momento pensemos. ¿Qué entendemos por música/cultura urbana? ¿Sirve de algo este calificativo? Podría verse bastante ambiguo. Del reggaeton al rap, pasando por en medio por el trap. Ya no hablemos de aquello, que ya suena viejuno, y que se conoció como “electrolatino”.
Suena viejuno, porque se supone que avanzamos y encima, por en medio nos ha pasado una pandemia. El “bicho” podría haber contagiado lo urbano, llegando a contaminarlo. ¿Quién sabe? Pasando ya del “streaming” o, mejor dicho, de la pandemia, de ese “bicho” que bastante nos sigue echando leña al fuego, apostemos por un momento por lo urbano.
Aunque cueste, hagámoslo por un momento. Tampoco cuesta mucho, ni nos hemos centrar en solo “rular” por el ambiente nacional o más continental. Urbano no necesariamente podría ser Rosalía y sus nuevos hits, ni C Tangana con su estilo, que ya tiene medio “mosqueado” hasta al Canijo de Jerez. ¡Para nada! Urbano debería ser, en cierto modo, un calificativo del que huir.
No todo debería entenderse urbano. No todo lo aparente urbano suena urbano. Ya no se hacen “grimbeos” de los 90, o sí. En cierto modo, llegan los Space Hammurabi con su “Hammu Nation” y se juntan no solo para vender “merchan”, sino para revolver el panorama nacional. Pero tampoco olvidemos a Ergo y a ILL PEKEÑO que, desde luego, han vuelto a lo de siempre, a ese rap más callejero, dando la esencia de esa respetable Generación Z. ¡Viva lo urbano!